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No he dejado de olvidarte

Cada ma ñ ana al despertar vuelvo y te olvido. A cada hora y a cada momento te olvido. Desde que no me miras no he dejado de olvidarte. La verdad es que te olvido a cada instante, a cada hora, todos los días, las semanas y los meses. Cada a ñ o hasta hoy te he estado olvidando. No hago otra cosa que olvidarte. No he faltado ni por un momento a la cita que tengo de olvidarte. Se podría decir que olvidarte es mi destino.

No encontré a mi doña Inés

No hubo felicidad  a la vuelta de la esquina, no encontré a mi doña Inés, ni a Beatriz, ni a Marina, ni un nombre de mujer  donde anclar mis sueños, no encontré el camino que lleva al paraíso perdido, ni hubo una bahía donde refugiarme  de la larga singladura de vivir. Lo mío fue errar por las montañas y valles, por los ríos y mares por los libros, las historias y los cuentos sin encontrar en los días que me fueron dados la otra cara de mis sueños. Para mí fue la soledad de existir, de caminar las ciudades, de pensar en otros mundos, de dudar y entender y volver a partir sin rumbo. No encontré la felicidad, nunca llegó Godot,  ni logré compartir mis sue ños o descubrir ese otro amor que solo llega con los a ños . No importa, viví con mi mente y mis sue ñ os la realidad. No llegó la felicidad, pero conocí lo bueno y lo malo de los otros y de mí, las mil caras de la existencia y las mil noches del dolor y entendí que el

Un recuerdo olvidado

Como una tempestad se despiertan el recuerdo olvidado, el gesto amado, la sonrisa de dicha, pues alguien a lo lejos ha pronunciado su nombre , y la memoria se desborda con mi pasado por las venas. Oír de nuevo su nombre me conmueve, me ha devuelto por un instante al ayer.

Quien dice adiós

Quien con su silencio, con sus actos, con sus excusas y explicaciones, no quiere, se hace fantasma, niebla en el ayer. Se pierde en esa otra geografía de los que ya no, de los que partieron del territorio de nuestro afecto. Quien huye tras otro sue ñ o, no vuelve a ser, no es, solo queda su suspiro oscuro en medio de la nada. Quien dice adiós se deshace, muere siempre para el otro, aunque algunos digan que lo han visto disfrazado de fantasma.

Trilogía de la palabra II

Escribo para descubrirme, para entender mi angustia, la piel de mis emociones, para desnudar mis debilidades, para llegar hasta el limite de mí, para lanzarme a nadar en mi imaginación, para sumergirme en ese otro mundo, el universo de mi mente. Escribo para descubrir también imágenes de un día de sol con una ni ña sonriéndome mientras en la bicicleta cruzo veloz frente a su casa; y luego, un aguacero interminable a medianoche por una calle oscura de Bogotá, los dos privados de la risa dibujando con palabras y besos futuros imposibles; y ese último día, ella corriendo por la playa de Deauville perdiéndose para siempre. Escribo y vuelvo a sumergirme en el universo de los sue ñ os que ya no volverán.

Quiero vivirte

Quiero vivirte, interminable, como si esta hora contigo fuera la misma de ayer, la misma de mañana. No quiero que termine este momento que son todos los momentos que hemos vivido y que también es todo lo que nos falta por vivir. No quiero oír nada distinto a tu voz cantando por los rincones más perdidos de mi universo. Quiero que tu mundo  que vive en el mío sea conmigo piel enamorada. No quiero salvarme de nada tuyo, ni de tu nombre traspasando paredes y ausencias, ni de tu risa correteando por mi memoria, ni de tu amor haciendo laberintos en mi cuerpo. Lo quiero todo de ti que es la única forma que sé de decirte que te amo.

El amor es siempre distinto

A fuego lento se cocina esa niebla del alma -aquello que tantos llaman el olvido- y el que fuera amor en llamas se convierte en cálido recuerdo. Y al final -ese instante que uno cree que jamás llegará- es la imagen lejana de una mujer que un día nos enseñó que el amor es siempre distinto como cada primavera nunca se repite.