No encontré a mi doña Inés
No hubo felicidad
a la vuelta de la esquina,
no encontré a mi doña Inés,
ni a Beatriz, ni a Marina,
ni un nombre de mujer
donde anclar mis sueños,
no encontré el camino
que lleva al paraíso perdido,
ni hubo una bahía
donde refugiarme
de la larga singladura de vivir.
Lo mío fue errar
por las montañas y valles,
por los ríos y mares
por los libros, las historias y los cuentos
sin encontrar en los días
que me fueron dados
la otra cara de mis sueños.
Para mí fue la soledad
de existir, de caminar las ciudades,
de pensar en otros mundos,
de dudar y entender
y volver a partir sin rumbo.
No encontré la felicidad,
nunca llegó Godot,
ni logré compartir mis sueños
o descubrir ese otro amor que solo llega con los años.
No importa,
viví con mi mente y mis sueños la realidad.
No llegó la felicidad,
pero conocí
lo bueno y lo malo de los otros y de mí,
las mil caras de la existencia
y las mil noches del dolor
y entendí que el viaje hacia mí mismo
era el destino de mi vida.
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